Soy Bertha, tengo 51 años de edad, a los 38 enviudé, mi esposo se accidentó en los patios de la refresquería donde trabajaba, teníamos 10 años de casados, me dejó con dos hermosas niñas, una de tres y la otra de 6 años.
Les confieso que siempre fui una tonta borrega segada por las mentiras de estos sacerdotes, mi madre siempre fue muy devota y desde que éramos pequeños mis tres hermanos y yo, cada domingo asistíamos a misa.
Desde mis 10 años colaboraba junto con mi madre en la pequeña iglesia de mi pueblo, acá en Guanajuato.
A mis 28 años, seguía colaborando en la misma iglesia. Yo me sentía muy bien apoyar al sacerdote, que para mí, era como más que un padre. Les podría decir que le tenía más confianza a él que a mi propio padre, pues lo conocía desde que yo cumplí mis 20, cuando él llegó a la parroquia ocupando el lugar del viejo sacerdote...
Doña Adela, era la catequista de la capilla de mi pueblo, todos los días a la 5 de la tarde llegábamos a las clases de catecismos la mayoría de los niños del barrio.
Mi madre era una mujer muy creyente, tenía santos por todas partes de la casa, en su cuarto, en la sala y hasta en la cocina, a un lado de la estufa.
Una de esas tardes en que estábamos en clases, Doña Adela me dijo que el padre Ancelmo tenía un regalo para mí, -yo apenas había cumplido 9 años tres días atrás-.
Yo me sentí emocionada, sin dudarlo fui hasta el cuarto donde estaba el padre, era una niña inocente, jamás pasó por mi mente la perversidad de ese puerco sacerdote.
Recuerdo ese jardín lleno de rosales y el caminito adoquinado que llevaba hasta la casita del padre (atrás de la capilla), la cual se componía de una cocinita, una salita de espera. una oficina, una pequeña bodega y un cuarto, en donde dormía ese miserable.
Al entrar a su cuarto, me dijo que me sentara en la cama. Él abrió su ropero y saco una caja forrada con papel rosa, se sentó junto a mi lado y me dio la caja. Con cuidado la abrí, quería conservar hasta el papel de envoltura. En su interior había una muñeca de esas que cualquier niña de los años setenta hubiera deseado tener...
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